jueves, enero 05, 2006

En el estadio ...

No era una tarde de futbol comun y corriente, en el ambiente había una lluvia fina y gorrosa que con el paso de los minutos te terminaba por empapar.

Estacionabamos el auto como siempre con "El Guero", solo que esta vez, en lugar de caminar hasta la gloriosa puerta 12B del estadio, tuvimos que correr. Nuestro sprint fue de 1 km, donde por cierto, el buen Luis fue el triunfador. Llegó con un amplio curriculo (eeeecha´parrito), ya que había corrido en leotardo en el trote de las Arboledas y en el de la Prepa 7 y en ambos había llegado en buen lugar, siempre ganaba por un pelo.

En fin, una vez que llegamos al estadio y que pasamos por el manoseo necesario e inevitable cuando uno va a una zona popular, que según esto es para verificar si no portamos armas u objetos punzocortantes, pudimos apreciar que toda la gente se arrejuntaba una casi encima de la otra, tratando de encontrar refugio para mojarse menos.

En un reducido y viejo techo de lámina, estaba la afición cobijada bajo el calor de los olores humanos (olores característicos como cuando uno se sube a un camión como a las 7 u 8 de la noche, cuando salen todos de trabajar y por casualidad te toca ir de pie al lado de un cabron mas alto que tu, que va pescado al pasamanos con ambos brazos y al que le llegas al sobaco y este a su vez, te da la bienvenida con aquel suave, agrio y penetrante olor).

Cabe mencionar que ese día, el estadio no tuvo mucha concurrencia por razones obvias, pero el convivir con Los Comparitos era ya una tradición que valía la pena, así tuvieras que estar de pie, ver un juego aburrido y con los olores a SUCOSO por el amibiente. Los que no saben qué significa SU-CO-SO les puedo adelantar que es la combinación de 3 olores; SU-dor y los otros se los dejo a la imaginación. Eran los primeros minutos del partido y en eso hace su aparición el "Lonche, Lonche". Si mi estimado lector, asi es, el buen "Lonche, lonche", un hombre con una apariencia totalmente antihigiénica, con un delantal blanco chamagoso y que su función es vender los lonches de jamón de perro. Lo curioso de todo esto es la manera peculiar para maniobrar la canasta con lonches y peor aun, cuando alguien entre el público le hace la seña alzando la mano y correspondiendole pronunciando la palabras "Lonchesss". La forma en que, con su manos, prepara el lonche, le pone salsa y al mismo tiempo y con la misma mano te cobra. Nunca he podido entender porque el "Lonche, lonche" dice, "lonche, lonche" en vez de "Lonches, lonches", pero bueno, ese es su jale. El caso es que este personaje hace su aparición entre el público que se cobijaba de la lluvia y pasaba incomodándolos.

En ese momento, mientras nosotros estabamos con nuestras miradas fijas en el terreno de juego y platicando alguna anécdota de la semana o alguna aventura esporádica, se atraviesa un joven mas o menos de nuestra edad, iba acompañado de un viejecito y de una dama que podía ser su hermana mayor. Al principio pensabamos que lo que ese jovenzuelo buscaba era ligarse a Severo, fingiendo que se hacia a un lado para que el "Lonche, lonche" siguiera su paso... pero no, pasaron los minutos y el seguía inmóvil justo enfrente de Severo. Severo hacia su cabeza a un lado y al otro tratando de alcanzar a ver la cancha, tratando de ver a sus Tigres del alma. Pasaban lo minutos y Severo ya nervioso, le soplaba en la nuca, queriendo ver si había algún movimiento, pero nada. Fue entonces cuando Severo se armó de valor, ese valor que nunca antes había sacado. El valor que le habían inculcado en el Americano y que lo hacía estallar y cometer locuras. Empezó a ponerse Verde y que le dice con voz discreta y tocándole el hombro: "Camarada, camarada" y no hubo respuesta. Severo, un poco deseperado vuelve a tocar el hombro del joven y le dice: "Camarada, camarada" y nada de respuesta. Luis, Juan y Arturo empezaron a burlarse del buen Severo, ocasionando con esto lo inevitable.... La elaboración del plan maestro.... que consistía en: "Cuando anote gol los Tigres, en el festejo, hago como que con el movimiento y la inercia del mismo y lo empujo hacia adelante", dijo Severo.

Cinco minutos mas tarde, cae la anotación felina por conducto de Irenio Soares en una jugada que Severo no vio porque le tapaban la vista. Y que el estadio estalla y los aficionados saltan y empiezan a festejar. En ese momento, se le pudo ver en los ojos a Severo, el deseo de venganza, una idea macabra que lo impulsaba. Severo levanta los brazos y con el movimiento que empuja al joven indefenso. Mientras este festejaba con el viejecito y su hermana. El joven se fue de hocico, tumbandole las semillitas a su hermana. Mientras Severo se hacía guey, festejando con Los Comparitos. Una vez que el joven se logró reponer le reclama de manera airada a Severo:
Joven: Me quieres partir la madre o que?

Y fue en eso que Severo se inmortalizó con su frase; con voz inquebrantable como la fe del
volcan, con mirada furiosa y una seguridad de Dandy y le responde:

Severo: Si te quisiera partir en tu madre, ya lo hubiera hecho.

Juan, Luis y Arturo se quedaron quietos por la respuesta de Severo, con unas carcajadas internas que no podían salir a flote en ese momento.

En eso, la hermana del joven interviene y le dice a Luis:

Hermana: Es que nosotros estamos aqui desde hace rato.

A lo que Luis responde con su frase infantil, ese tipo de frases que me acuerdo haberlas pronunciado en maternal.

Luis: Bueno, quién llegó primero??? quién llegó primero???

En medio de la confusión y de los reclamos entre Luis y la hermana y Severo y el joven, a Arturo se le ocurre intervenir, tratando de verse muy diplomatico, pero enbarrandola mas de lo que ya estaba la situación y que dice:

Arturo: Que no se meta la pinche vieja, la vieja que no hable!!!

En eso Juan, por primera vez en su vida, guardando la calma, levanta la mano y le habla al de seguridad.

El heroico cuerpo de seguridad del estadio Universitario llegó y una vez que se levantó un concenso con la gente que estaba a los alrededores se determinó que el de la culpa había sido el joven por obstruirle de manera arbitraria la vista a Severo. Se les pidió a ambos que guardarán la calma y se alejarán uno del otro. Severo abrazó al joven, le pidio disculpas y le dijo:

Severo: Tienes razón, disculpame por lo que paso, no supe como reaccionar, te prometo que la proxima vez cuento hasta diez y respiro hondo y profundo.

Para el segundo tiempo, sabiamente optamos por irnos a mojar y poder reirnos agusto justo al lado del "Lonche, lonche" y de la "Semias".

En fin, esta es una anécdota del estadio, una de tantas.

"No es porque las cosas son díficiles que no nos atrevemos; es porque no nos atrevemos que son díficiles."

Por: Bay

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