miércoles, enero 18, 2006

Ya quisieras ...

El sol penetraba sobre todos y cada uno de los asistentes en el estadio, el calor abrumante como cualquier tarde de verano en Monterrey. Los Tigres daban un buen juego a pesar de las condiciones infernales y ganaban por diferencia de dos goles. La porra de los Tigres, cada vez mas, era desplazada por una pseudoporra que se dedica al desorden y pandillerismo. Esa porra, ya había alejado a las familias del estadio, la porra de Soriano ya no existía a consecuencia de aquella multitud ruidosa y de un vocabulario poco enriquecido. Sin embargo, Los Comparitos estaban en un lugar privilegiado, completamente alejados de ellos en el otro extremo del estadio.

Habían sido días pesados para Los Comparitos. Luis y Arturo aún eran estudiantes, los demás ya se dedicaban a cosechar los frutos de sus estudios, trabajaban como todos unos negros... "Siéntese, siéntese", amablemente le ofrecen un lugar a Juan, ya que había llegado tarde al juego, como era su costumbre.

Los Comparitos acostumbraban ir al estadio y alli platicaban sus experiencias de trabajo, amigos, familia y de amores por supuesto, mientras los Tigres dormían con su estilo a los asistentes. Ya los compañeros de peña (la gente que se sentaba alrededor de ellos) conocían e identificaban a Los Comparitos. Era todo un rito, el visitar aquel estadio cada quince días y desahogar el pecho repleto de experiencias y anécdotas. De filosofar y tartar de aconsejar mejor al compañero.

Llegaba el medio tiempo y como era una costumbre, con el silbatazo final, que da fin a la primer parte del juego, todo el estadio se pone de pie y aplaude a su Tigres. Las piernas empiezan a desentumirse y en eso, Luis decide ir al baño. Todos se dan cuenta que Lusi se dispone a colgar la medalla o plasmar la firma. Luis se pone de pie, se acomoda la gorra y dice:

- Luis: "ahorita vengo"
- Los Comparitos: "Mion, mion, mion"

Y la voz de los compañeros de peña, se unifica en un solo y sonoro grito hacia Luis:

- Todos: "Mion, mion, mion".

Luis solamente se rie, con esa risa de nervioso y Los Comparitos se miran entre si, como buscando despistar a Luis, echándose la culpa de haber iniciado el grito unos a otros.

En eso, el grito chillón y naco desde el terreno de juego del gorroso, pedante y populista de Chavana. Asi es, el mismo personaje que dice "Una grabadora con Compact Disc, ´papa". El mismo que tiene un programa donde motiva e inspira a la gente con sus reflexiones y temas controversiales......ahhhh no, ese es el Padre Juanjo. Chavana es el que tiene el programa donde por una grabadora con compact disc, papa, la gente se ridiculiza y participa en juegos humillantes y que hace reir a el público de payaso barato. Por eso, mi querido lector estamos como estamos, en el hoyo. En vez de tener otro tipo de programas, el gobierno y la televisión, nos dan programas de sin contenido cultural. Pero bueno, regresemos al buen Chavana. Sale a la cancha y se lleva la rechifla de toda la gente. Presenta al equipo número 1 y al equipo número 2, es el espectáculo de medio tiempo, donde la gente se destensiona y se relaja, tratando de dejar a un lado el juego.

Es en ese momento, donde Los Comparitos hace un preámbulo y comentan acerca de sus cosas. En esta ocasión el turno fue de Juan. Por aquel tiempo, Juan estaba perdidamente enamorado, enyerbado, digámosle, de una joven oriunda de la hermosa tierra de Veracruz. Pero contrario a su tierra, aquella mujer no podía presumir mas que de su bonita letra y de que tenía buenos sentimientos. Lo que si es que la joven había salido con honores de su carrera y había estudiado la admirada carrera de Ingeniero en Metalurgía.

Es como todos, mi estimado lector, alguna vez nos toca un desliz, un detallito en el camino, pero Juan si se excedió. Venía a la mente de Los Comparitos, la película de "Amor Ciego", donde Juan se veía tan enamorado que no había día que no quisiera ver a su novia y no había conversación donde ella no saliera en la plática. Juan se había alejado de Los Comparitos, no había participado en los últimos eventos con ellos. Su novia, una mujer de pocas palabras y no porque tuviera decisión, sino porque no hablaba, lo retenía sabra Dios de que modo y no lo soltaba. Los Comparitos entendían a su amigo, pero tenían miedo de externarle a Juan lo que pensaban de la situación. Era díficil decirle o tratar de quiarle la venda de los ojos. Lo peor de la situación es que Juan se excedía en su admiración y alucinaba que todo mundo quería andar con su novia.

Esa tarde Juan estaba exagerando, hablaba de sus planes con su novia y aseguraba querer irse del país rumbo a Alemania, capaz de dejar todo y emprender una aventura como jovenzuelo hambriento, queriendo conquistar el mundo junto a su amada. El amor era suficiente para vencer viento y marea, para brincar y evadir obstáculos, subir el Everest, descubrir una isla y vivir como en los de la laguna azúl. Capaz de vencer a los malitos en las aventuras de Pipo, de impedir la destrucción del mundo en Mazzinger-Z, de cazar el lobo de Caperucita y hacerlo al pastor, de sobrevivir como Jack no lo hizó en Titanic. Capaz de hacer a los Tigres campeones, chingado eso si hubiera beneficiado a muchos.

En fin, Juan creía invencible su amor. Fue en ese momento, mientras Juan comentaba y creaba sus castillos en el aire, cuando Luis regresa del baño, con esa risa de pena, ya que todos le habían gritado "Mion, mion, mion". Tomando asiento e incorporandose a la platica, escucha lo que Juan estaba diciendo y con su semblante sereno, lleno de tranquilidad y de confianza, con los pies bien puestos sobre la tierra, le pregunta a Juan:

- Luis: "Y de que vas a vivir alla, mientras consigues un trabajo".
- Juan: "Luego, luego voy a conseguir".
- Luis: "Qué te hace estar tan seguro?"
- Juan: "Que mi novia y yo somos muy inteligentes".
- Luis: "Pero no tienes ni para sobrevivir los primeros días, yo no creo que la puedas hacer así."

Juan revirá su cabeza, con ojos iracibles y cara de pocos amigos. Severo y Arturo intentaron cortar el momento de tensión que flotaba en el ambiente, pero fue inútil. Escupe la cascara de una semilla y se limpia el sudor, preparando las palabras inolvidables e inmortales que en ese momento brotaron como agua de manantial de su boca:

- Juan: "Ya quisieras una vieja tan inteligente como la míaaaaaa".

Luis, Arturo y Severo se vieron unos a otros y sin poder evitarlo comenzaron a reirse y a hacer sentir mal al Juan.

Tiempo después Juan termino con aquella muchacha y se unió a reirse de esta anécdota.

Es por eso que esta es una de las frases inmortales y que nos caracterizan, no cabe duda Juan, te la sacaste de la manga.

“Hay hombres que luchan un día y son buenos.Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles.” Bertolt Brecht (1898-1956)

Por: Bay

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